La Convención en su etapa decisiva

La Convención Constitucional eligió ayer a su nueva mesa directiva, que será la encargada de conducir hasta su término el trabajo de redactar una nueva carta fundamental. No fue un proceso exento de dificultades y roces, por lo que fueron necesarias nueve votaciones para determinar a las nuevas autoridades.

Al respecto, fue preocupante observar una dinámica muy similar a la que, por desgracia, se ha vuelto frecuente a lo largo de los primeros seis meses de debate en la CC, con una votación fragmentada en torno a colectivos políticos e ideológicos, más que en torno a propuestas respecto de la gestión del proceso constitucional de ahora en adelante. Ello incluyó negociaciones políticas hasta la madrugada entre los diferentes grupos, con apoyos cambiantes y compromisos circunstanciales (y rotos), algo muy distinto a la lógica ciudadana planteada originalmente.

De la nueva directiva se espera un ánimo distinto a su predecesora, más dialogante, abierto y tolerante. En no pocas ocasiones, la gestión anterior dio muestras de una disposición refractaria al disenso, incluso autoritaria, así como de posturas preocupantes en temas como la relativización (justificación) de la violencia como forma de protesta o la escasa consideración por las formas republicanas, entre otros.

Con todo, además de la compleja tarea de conducir el proceso constitucional en su etapa clave, el otro gran desafío de las nuevas autoridades será definir el tipo de relación que tendrán con el gobierno que asume en marzo próximo. El riesgo de un intento de instrumentalización política de la CC -desde adentro o desde afuera- existe, y de concretarse, sería un golpe tremendo (¿fatal?) para su credibilidad y legitimidad ante la opinión pública.

Por diversas razones, todas de lamentar, la forma en que se ha desarrollado el trabajo de la CC hasta la fecha no ha puesto a la Constitución como protagonista. Volverla a ubicar en el centro del debate debe ser la prioridad de la nueva mesa directiva.